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El león y el boyero

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Tesoros de ayer. Reflexiones para hoy…

Padre Marcelo Rivas Sánchez

El león y el boyero.
“Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero.
Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo.
Entonces prometió a Zeus sacrificarle un cabrito si descubría quien se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si encontraba al ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no caer en las garras del ladrón!?


YA VIENE EL NIÑO JESUS

Cuantos de nosotros hemos escuchado y leído esto miles y miles de veces y las mil veces han pasado sin pena ni gloria. Pareciera que ya no vivimos el acontecimiento de gracia y amor La Navidad. Y si la vivimos es de una manera pasajera, materialista y por no dejar. Es por tanto un tiempo muy bien dispuesto por la Iglesia entera para que probemos la grandeza de Dios en ese Belén de amor que se nos da para nuestra salvación.

En este tiempo se hace preciso que apuntalemos unas cuantas verdades y demostremos con nuestras vidas que la llegada del Niño Jesús es una realidad de amor y de fe.

1. Necesitamos despertar de la modorra que produce tantas fiestas que aprovechadas del Niño Jesús se realizan. Cenas, aguinaldos, rifas, tómbolas, caravanas. “Espabílate, espabílate ponte en pie, Jerusalén, que bebiste de la mano del Señor la copa de su ira, y apuraste hasta el fondo el cuenco del vértigo. Entre los hijos que engendró, no hay quien la guíe; entre los hijos que crió, no hay quien la lleve de la mano? (Isaías 51, 17) San Agustín bellamente nos dice en el sermón 185 “Despierten: Dio se ha hecho hombre por ti. Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz?

2. Todos, sin excepción, tenemos que purificarnos para poder contemplar lo grande que se esconde en lo sencillo del portal de Belén y poder ser testigos, como lo fueron los pastores, de aquel acontecimiento tan grande y hermoso del 25 de diciembre. “Purificados, pueblo de Israel, dice el Señor; pues mañana bajará el Señor? (Éxodo 19,10)

3. La Iglesia nos ha hecho pasar por un tiempo previo a la Navidad, llamado Adviento para hacernos entender la grandeza y lo sublime del significado de la Navidad. Se nos ha recalcado que debemos preparar dignamente y con alegría el advenimiento de nuestra salvación y redención. Dios hecho niño hace realidad el poder quitarnos el pecado al aceptar Dios ser carne y lo hizo por amor y misericordia. Se convirtió para nosotros en justicia, santificación y redención.

4. En todo el ambiente debe reinar una alegría diferente que produce contagio. No es la alegría del borracho que apesta y molesta. Es la alegría que como dice la escritura: “El que se gloríe, que se gloríe en el Señor?. De ahí las luces, los aguinaldos, los platos típicos, las misas de aguinaldos y todo lo que traer una sana y compartida alegría.

5. La presencia de la Santísima Virgen María es la respuesta hermosa de un Dios que llama desde la libertad para esperar una respuesta amorosa y limpia. Aún se oye el pregón de voces del cielo que cantan: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor? La Virgen en su respuesta afirmativa hace posible que la humanidad entera respondiera con el sí del compromiso a una vida más plena y más llena de amor.

6. Debe ser, entonces, nuestra conciencia la que de respuesta a esta inmensa gracia dada por Dios a todos en aquella noche santa. Noche de felicidad y alegría en que Dios llegó a los hombres con la mejor noticia. “Les ha nacido en el portal de Belén la salvación entera? Porque ese brote de Jesé ha florecido un vástago muy hermoso donde su consigna es y será la justicia en una lealtad sin límites.

Miremos pues en cada pesebre, como elaboración artesanal de tradición, las figuras de los personajes que vivieron aquellos acontecimientos para que san Francisco de Asís nos lo haya enseñado como ofrenda para un Dios que se hace nuestro para enseñarnos el camino y así encontremos lo que tanto añoramos la felicidad.

Esperar al Niño y no estar preparados es como querer buscar lo perdido y al encontrarlo obtenemos otro mayor problema. Porque si seguimos haciendo de esta Navidad una fiesta sin sentido nos tocará aprender aquello: “Después de un gusto un buen susto?
“Apresúrate, señor Jesús,
y no tardes, para que tu venida
consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor.
Tu que vives y reinas por lo siglos de los siglos. Amén.
(Oración Laúdes 24 de diciembre)

Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla,
ésta a su vez puede convertirse en el siguiente problema.

diosbendice1@cantv.net

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