Tesoros de ayer. Reflexiones para hoy…

Padre Marcelo Rivas Sánchez
“Aquella Noche de navidad, Dios le dijo a aquella señora de buen vivir:
Iré a tu casa a comer.
La señora quedó muy alegre y empezó a hacer los preparativos.
Mató un gran gallita y al horno la cocinó.
El mejor mantel, los mejores platos y tenedores.
Al instante alguien tocó la puerta. Era un viejito herido por el tiempo y golpeado por el hambre.
Señora tengo frío y hambre. La señora le respondió. En este momento no puedo estoy esperando a alguien muy importante. Venga otro día.
Al rato un niño maltrecho y triste también tocó la puerta:
Señora necesito una medicina para mi madre enferma.
¿Cómo te puedo ayudar con esta emoción que tengo?
Pasó el tiempo y Dios nunca vino.
La señora enfadada empezó a gritar a Dios:
¿Por qué me ha hecho esta mala jugada?
Dios le respondió:
Ninguna jugada yo fui en el viejito y el niño.
Usted no me reconoció y por eso no entré�?

UN NIÑO LINDO NOS HA NACIDO

Dios siempre ha estado entre nosotros. De eso no tenemos duda. Pero en este santo tiempo Navidad, se nos presenta con mayor claridad y emoción. “Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción�? (Gálatas 4,4-5) Este acontecimiento lo vivimos hoy, en este tiempo con alborozo y claridad del amor ofrecido por Dios a toda la humanidad.

Es un niño que nos pide unos regalos que todos debíamos darle:

Ante la soledad de la puerta cerrada de la pozada.
Nos pide corazón abierto.

Ante lo duro del pesebre y lo incómodo del lugar.
Nos pide bondad y amor para tratarnos con cariño.

Ante la cerrazón de la oscurana de la incredulidad.
Nos pide luz para verlo nacer para la salvación de todos.

Ante el silencio del dueño de la posada.
Nos pide la inmensa alegría de los pastores humildes.

Ante la furia de Herodes.
Nos pide la nobleza y la dedicación de san José.

Ante una noche de silencio y espera.
Nos pide el canto de la gloria de los ángeles del cielo.

No es lo mismo dar cumplidos que regalar. Un cumplido es algo que se da por un cumplimiento a quien ya nos regaló o estamos por recibir algo a cambio. Regalar es saber que el otro o la otra necesitan, no tanto de materialidad, sino de ese momento u obsequio que brota del corazón y se aplica estrictamente a una respuesta de amor. De ahí viene la práctica muy hermosa de regalar por esta época. Y es el niño que nos invita a regalarle. Como a la señora ricachona que Dios le iba a visitar, pero como estaba envuelta en los preparativos no descubrió en los demás el rostro verdadero de Dios. Dar es por lo tanto, la forma más bella de agradecer a Dios es dar sin esperar respuesta y recibir con humildad a quien reconoce la necesidad de ayudarse para hacer de todo el tiempo un santo tiempo de Navidad.

Los regalos siempre andan desafiando lo que no nos hace falta. Un lapicero bañado de oro que no puedes utilizar porque hay unos al acecho para arrebatarlo; unos zapatos de marca que no puedes lucir por la cantidad de barro en las calles que tienes que pisar; una enorme nevera que la debes parar de tiempo en tiempo por las fallas de luz o los recibos excesivamente abultados… Los regalos deben ser de la medida de nuestro corazón y donde hay un corazón sincero habrá regalos de verdad. Por eso en la oración en la primeras vísperas a la Navidad se lee: “Señor Y Dios nuestro, que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención, concédenos que así como ahora acogemos gozosos a tu Hijo como redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez. Por nuestro Señor Jesucristo�? Oración que nos hace tener con alegría ese gozo que significa la espera del Niño Dios que sale al encuentro de todos.

No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida,
cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos,
no lo arruine todo.

diosbendice1@cantv.net