REFLEXION DIARIA JULIO 15, 2005
La fe hace que el corazón y la voz del hombre se torne instrumento consciente de alabanza a Dios y de júbilo para el hombre.
Dios solamente se alberga donde la sencillez y la humildad le han preparado el camino.
Con esa fe se multiplica prodigiosamente la luz y la alegría de sentirse viviendo con Dios, de que uno está en Dios y de que Dios esta en uno.
El creyente es un hombre de por sí optimista y alegre, de suerte que aun cara a la muerte, al dolor , al sufrimiento, a las privaciones, que la vida impone, su alma queda inundada de paz y serenidad, porque en la muerte el cristiano, más que verse privado de algo, es él quien da, quien se da al Padre que está en los cielos, y quien da, quien ofrece, debe hacerlo con gozo y con paz.
La muerte, el dolor del creyente recibe una luz característica, que no es posible compararla con nada en este mundo.
Solamente el creyente es capaz de descubrirla, de comprenderla y de gozarla.
Para el no creyente, esto es todo un misterio y le suena a música celestial, para el creyente, es realmente "celestial".
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS DE ALFONSO MILAGRO
Silvia Mónica del Rio
San Guillermo-Santa Fe-Argentina