CAJA DE VOCES, del libro "PASA UNA MUJER"
CAJA DE VOCES
POLDY BIRD
En la caja de voces, revolviendo, encuentro, allá en el fondo, una risa de piedritas de oro contra el vidrio de una ventana... y una palabra que me da besitos en las mejillas: "Poldita, Poldita, Poldita, Poldita"... Es mi mamá, que vuelve de vez en cuando, cuando la busco sin descanso, y me enrolla la tibieza de su voz en la cabeza, como la toalla de secarme el pelo...
Revuelvo, y el vozarrón de tío Pascual es como un aplauso, y la voz cascada de mi abuela Sara es una campana de protección: "Mirá para los dos lados antes de cruzar la calle".
"Nunca corras un tren ni un colectivo." "Llevá un saquito por si refresca." "No salgas con el pelo mojado porque te vas a resfriar." "Ponete colorete en las mejilla; para que no se te note la cara de cansada."
Mi abuela Sara, para quien toda la gente era linda y buena. Toda, toda, toda.
Y toda la gente que se acercaba, ella... se convertía en linda y buena... porque las personas se miran en los ojos de los demás como en un espejo vivo, y se ven como el otro las ve.
Sos lindo si te ven lindo.
Sos bueno si te ven bueno, si te creen bueno, si te sienten bueno. Y les das lo mejor de vos mismo a los que esperan lo mejor.
¡Oh... lo que hay aquí!
Tu vocecita, Alan, de los dos años y nueve meses. Tu vocecita de un 31 de enero en Punta del Este... "No... no nos podemos ir a comer afuera para festejar el cumpleaños de mi mamá... ¿Cómo vamos a dejar la torta sola?"
Las velitas eran de distintos colores y Nucho las había colocado sobre la superficie redonda.
"Abue... si se te aparece ese monstruo que tiene las esferas mágicas alrededor de la cabeza tenés que pedirle tres deseos y te los concede..., pero rápido, porque son muy veloces para irse. Yo tengo pensados los tres deseos que le voy a pedir. El primero..., que te lo revivan a Nucho."
Nunca, nadie, fue tan generoso conmigo como lo has sido vos.
¡Qué el primer deseo haya sido algo para mí...!
¿Cómo no voy a quererte más que a nada en el mundo?
A vos... que, en vez de pedirle al monstruo mago haga jugar que te haga jugar al fútbol como Maradona, le pedirías eso que no me atrevería a mencionar porque sé que nunca, que jamás..., que hay puertas que no deben abrirse después de que Dios las ha cerrado...
A vos, que "ni mentís ni pegás", porque ésa la tenés clarísima.
¿Oís la voz del zorzal, su canto del mediodía?
A veces, cuando no estoy muy distraída, me acuerdo de grabarlo. Tengo zorzales cantando en 1999 antes de que se cambiaran los cuatro dígitos. Zorzales y una calandria en diciembre de 2000, y estos que cantan ahora, afuera de la caja de voces y grabo en este momento mientras escribo con mi máquina bochinchera.
Y la voz de Naranjita, y la de la bruja chillona que nunca sabremos si es buena o es mala, porque grita para que no nos asomemos por la ventana, para que no tropecemos con las bolitas de la payana, para asustarnos y que se nos corte el hipo.
Muchas voces se parecen, pero cuando cerramos los ojos y les dibujamos un rostro se hacen "únicas".
Hay veces en que abro la caja de voces y salen todas juntas, mezcladas, apuradas, como si se hubiese roto un panal y las abejas se dispersaran..., pero cada una va a un lugar de la foto en la que está su dueño... y allí se vuelven delgadas o rudas, dulces o románticas, aniñadas o maduras... y son las voces de todas las personas que pasaron por nuestras vidas y nos dejaron algún mensaje para recordar...
Son los cuentos, los cantos, las reprimendas, los murmullos de amor, las confidencias..., son los ruegos, los llamados, las conversaciones con el espejo..., son los grillos de la suerte, las chicharras de las siestas de verano... Es la gran voz del mar prometiendo que un día volverá a cantarme al oído...
Y es alguna de mis tías haciéndome juntar mis manitos de nena para rezar, antes de dormirme, con vocecita trémula:
"Ahora que me voy a descansar
que el Señor guarde mi sueño.
Si me muero antes de despertar,
que el Señor se lleve mi alma..."