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Parashat Ha'Shavúa: 18 Jeshván , 5766

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Shavúa Tov MeHa'Hillel sheKayam Lifne sheHayu Batei Hillel.


Una Buena Semana desde la primera casa de Hillel de los EE.UU.
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Esta semana estudiamos una de las secciones semanales más profundas del libro de Génesis. Llamada, Jaye-Sará (la vida de Sara) la encontramos en Génesis 23:1-25:28. Ironicamente no trata de la vida de Sara sino de su muerte, su entierro, el casamiento de Isaac, el segundo casamiento de Abraham y su muerte. Nos recuerda que la vida sigue a pesar de nosotros y no a causa de nosotros. También nos enseña que nadie es el centro del mundo. Nos enseña estas lecciones importantes por medio de la vida de Sara, utilzándola como un ejemplo de la manera apropriada para enfrentar la realidad de la muerte. Al enterarse de la muerte de Sará, Abraham hace todo lo necesario. Nunca negó que se falleció, la reconoció. Compró un cueva para enterrarla, estuvo de luto por ella y después de un rato breve volvió a vivir. Encontró una mujer para su hijo, Isaac, y volvió a casarse, engendrando nuevos hijos y aprendiendo a volver a reír.


Los textos midáshicos nos enseñan que Abraham fue de luto para Sara, pero no "demasiado." Es verdad que perdió su socia, pero ya que estaba muerta, Abraham aceptó la perdida. Se dio cuneta de que los lazos setimentales que los unificaron ahora estarían rotos para siempre. Reconocía esta nueva realidad y logró recordar a Sará, no solamente con la tristeza sino con la risa. Es así que Abraham creó el patrón judío para el casamiento y para la muerte. Santificamos la vida por dar honra y cariño a nuestras parejas y a la vez sabiendo que por fin, todo termina. Así los rabinos nos enseñan que el casamiento de Abraham a Keturá y los hijos que producieron juntos, eran un gran cumplido a su primera esposa, a Sará.


Esta sección, como la anterior, nos recuerda que vivir es enfrentar el conocimiento que la realidad es cambiante. Es verdad que muchas veces no controlamos las circunstancias de la vida, pero escogemos nuestra manera de enfrentarlas. Nada es para siempre, hay tiempos para estar de luto y tiempos para celebrar, tiempos para estar enojado y tiempos para olvidar la rabia e ir adelante. Esta sección nos enseña la necesidad de estar agradecidos por cada día que compartimos con nuestros queridos y nos enseña que cuando se fallezcan o se vayan, debemos recordarlos no solamente a través de las lagrimas sino también a través de la risa.

Rabbi Peter Tarlow

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