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Quinta carta a una desconocida

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QUINTA CARTA A UNA DESCONOCIDA

¿Sabes, desconocida? Todo es relativo. Uno es de donde nace, de donde pace y también de todos aquellos sitios que nunca ha visto asomar ni siquiera por su imaginación. Quienes quieren ponerle puertas al campo, están equivocados. Uno es, en realidad, de todo el mundo, forma parte del aire, del espacio, del universo en un proceso continuo de transformación, a pesar de que haya mucho reductor de cabezas que opine y trate de transmitir el mensaje contrario.

Yo mismo formo parte de ti. Noto que me respiras cuando rozo tu piel en la calle sin que te des cuenta. Te miro desde la ventana de la oficina y digo: -Ahí está, es ella-. Pero luego despareces, dejando solamente durante un breve momento un trozo de tu silueta retratado en el desvaído cristal de un escaparate. Intento convertir tus ojos en un espejo donde se refleje el amor que te profeso pero, como decía en un poema a los quince años, sólo encuentro el vacío de mil soledades cósmicas atrapado en el iris de tu ausencia.

La vida es efímera, tan efímera que basta con un simple cerrar de párpados para hacerla desaparecer o para que alguien profundamente egoísta te desparezca, como le pasó a mucha gente. Es sólo cuestión de segundos o de milésimas de segundo. Pero ese no es el problema principal, aún siendo muy importante, tan importante que de él depende permanecer vivo. El verdadero problema es estamos dejando que se nos escape el poco tiempo que podríamos haber llegado a compartir, el poco tiempo del que disponemos para poner el sol patas arriba y pintar la cara oculta de la luna de blanco, el poco tiempo que nos permite el destino disfrutar del estallido del éter.

El mundo es redondo como una pelota, y quizá sea por eso que nunca nos cansamos de darle patadas, aunque no sepamos dónde se halla ubicada la portería. Es tan redondo que por muchas vueltas que demos es difícil que nos encontremos. Uno podría haber nacido en la Patagonia argentina o en el último rincón de Madagascar. La circunstancia geográfica que te expulsa del vientre de una madre es una mera cuestión de lotería. Al que le toca Singapur, le tocó, aunque no cabe duda que, entre todos, podríamos cambiar las normas del sorteo y repartir la riqueza de los territorios de recepción de una forma más equitativa. Incluso puede suceder que te ande buscando dentro de todos los sueños que desfilan por mi cerebro y resulte que estés muy cerca, casi a mi lado, sin que yo me dé cuenta y que la forma esférica de la tierra sea simplemente una distracción para que nuestros caminos no se encuentren.
No sé. Esto es demasiado complicado. A veces las estrellas se disfrazan de ternura y entonces te presiento muy cerca, como si fueras una lotería o un premio de la primitiva que está a punto de cambiar mi suerte, como hoy cuando te pasaste por mi despacho y sentí que la sangre de mis venas marcaba cuatro rombos, símbolo utilizado en la tele en mi infancia para expresar que iban a proyectar una película de adultos. Pero luego te fuiste, sin que se nos hubiera movido la tierra bajo los pies o el sismógrafo hubiera iniciado la cuenta atrás y supe, desconocida, que no tendré más remedio que escribirte muchas cartas más como ésta para que te des cuenta que todavía estoy aquí, esperando quién sabe qué, a quién y de dónde.

Septiembre 2005©Fernando Luis Pérez Poza
Pontevedra. España

mariluz21-22-09-2005

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