Reflexion diaria Agosto 11, 2005
Los niños merecen todo nuestro respeto y nuestro amor.
No estará de más que examinemos si hemos faltado al respeto al niño;
no solamente los niños pueden faltar el respeto a los mayores;
la falta de respeto al niño, por parte de los adultos, es mucho más grave.
Y examinemos si nuestro amor a los niños ha sido siempre sincero, grande y puro.
Y finalmente, analizar, con entera honestidad ante la propia conciencia, si la mirada de los niños, que todo lo descubre, pudo ver siempre en nosotros a Dios.
Los niños son como diamantes en bruto, que hay que trabajar y pulir;
son una línea de puntos suspensivos, sin saber qué encierran en su suspenso.
Quizá de nosotros dependa el que algunos de esos puntos suspensivos se resuelvan en magnificas afirmaciones de fidelidad al deber, de generosidad y de entrega.
Los cinco minutos de Dios de Alfonso Milagro
Silvia Mónica del Rio
San Guillermo-Santa Fe-Argentina