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TODAVIA, DEL LIBRO "LA NOSTALGIA" DE POLDY BIRD

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TODAVIA

 

POLDY BIRD

 

Anoche estuvimos hablando de vos. Lle­gaste por el camino de una nostálgica char­la sobre la adolescencia; estabas sentado en una rueda de amigos, pero yo solamente veía tu mentón obstinado, tu frente limpia, tu risa con las comisuras raramente hacia abajo.

Era el tiempo en que se hablaba abierta­mente, en que "amistad" significaba con­fiarse sin tapujos, decirlo todo sin hacer cálculos sobre lo que "es o no es convenien­te". Los viejos se morían y nosotros íbamos a vivir eternamente jóvenes. Sabíamos de memoria estrofas enteras de poemas famo­sos, frases grandilocuentes de Ingenieros, y me prestaste un libro para que me ena­morara de "la casa en la cascada" diseña­da por Wright. Las injusticias nos suble­vaban y nos metíamos en camisa de once varas peleándonos a los gritos con un ta­xista que no quería levantar a una pasajera morenita con una enorme bolsa de ropa. Le pagábamos diez vueltas de calesita a un chico de zapatillas rotas...; íbamos a transformar el mundo...

No sabía quiénes eran los hermanos Marx y me llevaste a ver "Una noche en Casablanca"; me reí tanto que me caí de la bu­taca. Era la primera vez que me ponía pestañas postizas, se me despegaron, las guar­daste en el bolsillo de tu saco y nunca más las encontramos.

¡Vivir era tan fácil!

Era... mirar el reloj quinientas veces pa­ra que se hiciera la hora de salir del tra­bajo. Era olvidarnos de las obligaciones cuando poníamos un pie en la calle. Tara­rear las canciones de moda, tratar de des­cifrar los símbolos de Bergman, fascinar­nos con "Hiroshima mon amour", dejar el tocadiscos en automático para que se repi­tiera cincuenta veces un disco de Louis Armstrong, caminar por las calles del ba­rrio a un metro de distancia para que el vecindario no nos inventara un romance, tentarnos de risa y reír hasta perder las fuerzas y el aliento...

Nunca más volví a reírme así...

Y nada es tan gracioso, ni tan asombroso, ni nuevo, ni refulgente...

 Ahora los ami­gos tienen ocupaciones que les impiden dedicar una larga tarde a una charla sin ren­tabilidad. Nadie dice exactamente cuánto gana, cuánto gasta, cuándo se va de viaje, qué quiere, qué sueña, a qué le tiene miedo.

Porque nosotros no teníamos miedo; sola­mente belleza y omnipotencia...

Pero aho­ra el miedo está en medio de las cosas que hacemos, que tocamos, que queremos.

No lo creerías..., pero lo que dábamos a manos llenas seguros de que conseguiría­mos más, siempre más... hoy se guarda como un tesoro irrepetible: fe, ternura, compañía, cariño, ayuda, tiempo. Son ingredientes raros en el mundo de los adultos.

Las chicas... se casaron, e invitan a sus casas a los jefes de sus maridos para que­dar bien; van a la peluquería dos veces por semana y llevan a los hijos a guitarra, in­glés, equitación, danzas, además juegan ca­nasta, bridge y golf (juego muy convenien­te para que los consortes atrapen clientes para el diván o el bufete de abogado o la operación de plástica)...

Los muchachos saludan con un beso en el aire, a medio centímetro de la mejilla cuando cada muerte de obispo los encuen­tro por la calle; sacan pecho, hunden la panza; lo que no pueden -muchos de ellos- es "sacar pelo" que ya les ralea.

Ninguno puede esperar, los ojos en el cielo de la noche, que caiga una estrella para pedirle tres cosas.

Ninguno puede llegar al hormiguero arrastrándose pacientemente detrás de cinco hormigas cargadas con pedacitos de pétalos de rosa.

Hablarles a las plantas para que no se marchiten; tender el oído en el aire fino de la tarde, como una red, para atrapar las mil variantes del canto de los pájaros en una alejada casa de campo...

 

No, no quiero engañarte... yo me parez­co mucho a ellos... también me han ven­cido, también he claudicado algunas veces, y al mirarme al espejo no siempre encuen­tro ese brillo de lentejuela loca que anima­ba mis ojos... Pero trato de no traicionar del todo a los rosales y a las alas.

Cada tanto me quedo sola en esta casa que amo, lejos de la ciudad, con un tren que a cada hora pasa por el fondo sacudiendo las paredes, una hoja de roble que cae... que no cae... que se agita en la brisa como una pandereta anunciando el otoño; una abeja que se acerca peligrosamente a mi vestido confundida por su color de flor; el olor de los pinos, de la tierra húmeda, de mi cuer­po soleado...

Ay, amigo... sólo los viejos se morían y vos no supiste esperar...

Hace ya tantos años... cuando sólo los vie­jos se morían, suspendiste tu gesto de asombro y rabia para siempre en la sala de guardia de un hospital, Jota Eme Be: accidentado.

Ay, amigo, ¿cómo serías ahora? ¿Cuánto tiempo tendrías para estudiar jazmines? ¿Cuánto apuro en tu beso al cruzarnos por la calle? ¿Cuánta sed de palabras? ¿Cuán­ta luz? ¿Cuánto encuentro?

Silencio, shh... no movamos el aire... que se asusta, y a mí me gusta tanto, todavía, mirar al colibrí de verde plata bebiéndole el azúcar a las lilas...

Comentarios

joel samperio Escribió :

excelente,TODAV?A, me hace ha hecho revivir un episodio de mi vida que me dejó marcado para siempre. Además me identifico con el sentir del personaje. Vivímos una etapa, en que cada detalle la naturales, es marvilloso para nosotros, el color de una flor, su aroma, el gesto de un animal, la música, es apartarnos de nuestra vida cotidiana, para vivir ese momento especial. FELICIDADES. Ojalá pudiera leer otros relatos de la autora.

Escrito en: Septiembre 16, 2007 07:43 PM

Mara Escribió :

Que placer leerte, el poder verte en la feria del libro y comprar tu ultimo libro fartelo autografiar es una de las cosas que extraño de la Argentina. y no son tantas.

Escrito en: Septiembre 21, 2007 04:35 AM

marcela castillo Escribió :

me encanto es cierto vivimos inmersos en un mundo en el cual cada uno se identifica con sus problemas hoy no se comparte nada por ejemplo quisiera encontrarme con la mirada de mi pareja y sentir que hay conexion pero no lo unico que encuentro son evasivas una vida estructurada y un dejar que las cosas sucedan sin sentirlas realmente un pensar en tener y lograr lo material y alma poco a poco se va secando

Escrito en: Octubre 4, 2007 05:40 AM

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