En este número:

·        El Vaticano pide soberanía sobre algunos lugares sagrados en Israel

 

·        Hay que tener demasiado optimismo

 

·        Netanyahu y el rey Salomón

 

·        Omar Barghouti, jutzpán olímpico

 

·        Un caso de extorsión

 

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El Vaticano pide soberanía sobre algunos lugares sagrados en Israel

 

El Vaticano ha pedido a Israel que le conceda soberanía sobre varios lugares sagrados que incluyen la Iglesia de la Anunciación en Nazareth; la habitación de la Última Cena en el Monte Zion; Gethsemane en el Monte de los Olivos; la Iglesia de la Multiplicación en el Lago Kineret; y la cumbre del Monte Tabor donde, según el Nuevo Testamento, tuvo lugar la Transfiguración de Jesús.

Las opiniones en Israel respecto a la demanda del Vaticano están divididas. Algunos, incluyendo a Shimon Peres, el presidente de Israel, están a favor. El Ministro del Interior se opone ya que, al crear pequeños Vaticanos extra territoriales, cualquier trabajo que Israel quiera realizar respecto a cuestiones de agua, desagüe, electricidad, o caminos, que involucren a esos lugares, tendría que ser previamente aprobado por el Vaticano. El Ministro de Turismo justificaría el obsequio sólo si eso trae a Israel millones de turistas católicos, pero como eso es dudoso que ocurra, no ve la necesidad de otorgar regalos.

La visita del Papa a Israel durante la próxima semana podría ser una buena oportunidad, no para que Israel le de regalos, sino para que el Vaticano cumpla un gesto de justicia, largamente esperado, hacia el pueblo judío. Se trata de grandes cantidades de libros y documentos judíos, algunos de ellos chamuscados por las hogueras de los autos de fe, que la Iglesia Católica, durante siglos, quitó a los judíos y los guardó en la biblioteca del Vaticano.

Esos documentos, escritos por judíos y arrebatados de los judíos, no pertenecen al Vaticano sino al pueblo judío. No deberían estar en Roma sino en Jerusalén.

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Hay que tener demasiado optimismo

 

Al igual que la gran mayoría de los israelíes, tengo optimismo de que algún día los países árabes acepten nuestra existencia como país judío, al igual que nosotros los aceptamos a ellos como países árabes e islámicos, y así podamos todos vivir en paz, tranquilidad y armonía.

 

Lamentablemente, con frecuencia leo noticias en los periódicos que me hacen pensar que se necesita un optimismo exagerado y no realista para creer que nuestra esperanza se hará realidad.

 

Hay que tener demasiado optimismo para creer que algún día habrá paz con los palestinos cuando uno lee que una corte palestina sentenció a muerte, como lo hizo la semana pasada, a un palestino por vender un terreno al "enemigo" (i.e. Israel).

 

Hay que tener demasiado optimismo para creer que algún día habrá verdadera paz con Egipto cuando uno lee que un representante del gobierno declaró que el poderío nuclear de Israel (país que nunca ha amenazado con borrar del mapa a ninguna otra nación) es más peligroso para el mundo que el poderío nuclear de Irán, (país gobernado por extremistas islámicos que, a través de Hizballah, están tratando de desestabilizar Egipto).

 

Hay que tener demasiado optimismo para creer que algún día habrá paz con otros países árabes cuando uno lee que funcionarios de Arabia Saudita protestaron airadamente, calificando de falsos y calumniosos los rumores de que hace unos meses, en un encuentro internacional, Shimon Peres, presidente de Israel, y Abdullah, rey de Arabia Saudita y autor de un plan de paz con Israel, intercambiaron algunas cuantas palabras.

 

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Netanyahu y el rey Salomón

 

El rey Salomón se vio confrontado por un interesante problema legal. Dos mujeres disputaban la maternidad de un bebe. Era la palabra de una contra la palabra de la otra. Debido a que el DNA sólo fue descubierto tres mil años después del reinado de Salomón, el rey no tenía modo de determinar a cual de las mujeres le correspondía la custodia del bebe, así que optó por ordenar que lo partan por la mitad, y que le den una mitad a cada una de ellas. Una de las mujeres aceptó el veredicto, pero la otra, llorando, dijo, "No lo maten, prefiero que se lo den a ella y que viva". "¡Ajá! – dijo el rey Salomón – tú eres la verdadera madre".

Netanyahu está confrontado por un problema similar, pero no se trata de un bebe sino de un pueblo llamado Ghajar, situado en la frontera con el Líbano. La frontera internacional pasa por la mitad del pueblo. El lado sur es israelí, y el lado norte libanés.  A raíz de la guerra de 2006 con Hizballah, el pueblo está unido e Israel mantiene una presencia militar también en el lado norte.

Netanyahu está dispuesto a partir el pueblo por la mitad y devolver el lado norte al Líbano. Ofrece continuar dando servicios a los 1,500 residentes que viven en el lado norte, (en el lado sur del pueblo viven unas 700 personas), con la condición de que las fuerzas de las Naciones Unidas asuman el control de dicha zona.

Los únicos que protestan contra la intención de Netanyahu son los habitantes de Ghajar, ya que quieren seguir siendo israelíes.

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Omar Barghouti, jutzpán olímpico

 

Todos conocemos el ejemplo clásico de jutzpán: "un individuo que asesina a sus padres y pide clemencia al juez por ser huérfano". Ahora tenemos un ejemplo tomado de la vida real: El fundador de la "Campaña Palestina de Boicot Académico y Cultural de Israel" (CPBACI), organización que promueve el boicot académico y cultural contra Israel, ¡está matriculado en la Universidad de Tel Aviv!

El individuo se llama Omar Barghouti. Nació en Qatar y se educó en Egipto. Vivió un tiempo en los Estados Unidos, donde se graduó en Ingeniería Eléctrica, y ahora reside en Ramallah. Se opone a la existencia del estado de Israel, al que acusa de estado racista que practica el apartheid; y critica severamente a los palestinos que toman parte en debates y diálogos con Israel. Barghouti ha escrito que no sólo es Israel culpable de atroces crímenes contra los palestinos, sino que esas acciones están autorizadas por la Torah y la Halajá. El problema, dice Barghouti, no es la ocupación de territorios palestinos sino la misma existencia de Israel.

Respecto a la Universidad de Tel Aviv, ― institución donde está haciendo su doctorado en Ética ― Barghouti ha escrito, "el campus ocupa el sitio de un pueblo palestino cuyos habitantes fueron víctimas de una limpieza étnica", y "la universidad tiene vínculos estrechos con el ejército y servicio de inteligencia de Israel".

Debido a mi curiosidad por escuchar a un jutzpán de categoría olímpica, decidí hacerle una entrevista imaginaria y exclusiva:

Mi Enfoque  "¿Usted propugna, en artículos y conferencias, un boicot de las universidades israelíes y de los académicos israelíes?"

Barghouti     Así es. Promuevo el boicot a las instituciones y a los académicos de un país que no merece existir, y hago todo lo posible para que nadie coopere con ese régimen apartheid y racista, porque estoy firmemente convencido de que un boicot a los académicos israelíes contribuirá al triunfo de la justa causa palestina.

Mi Enfoque  "¿Es cierto que usted está haciendo un doctorado en la Universidad de Tel Aviv?".

Barghouti     "Es cierto. Estoy haciendo un doctorado en Ética en la Universidad de Tel Aviv, porque estoy firmemente convencido de que ser graduado de una universidad tan prestigiosa como la de Tel Aviv, me permitirá cobrar más por mis artículos y conferencias, y contribuirá a mi progreso personal".

Mi Enfoque ¿Ve usted alguna contradicción entre sus actividades de promover boicots contra las universidades israelíes y el hecho de que usted estudia en la Universidad de Tel Aviv?

Barghouti     Mire, no se me había ocurrido, pero, ahora que usted lo menciona, boicotear a la Universidad de Tel Aviv y a la vez estudiar en dicha universidad, podría ser considerado contradictorio. Ojalá que mis estudios de Ética me permitan resolver ese problema ético.

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Un caso de extorsión

 

Quiero relatar un caso de extorsión, o, para ser, más sincero y franco, quiero confesar un caso de extorsión.

En Israel hay dos proveedores de televisión, Hot y Yes. En mi casa estamos suscritos a uno de ellos, cuyo nombre para "proteger a los culpables" me abstendré de mencionar. Lo llamaré Uno, y al otro lo llamaré Dos.

Ayer compramos un televisor LCD, que necesita ser conectado, mediante un cable especial llamado HDMI, al receptor de mi proveedor de televisión. También compré el cable. A la hora de querer conectar el nuevo televisor al receptor me di con la ingrata sorpresa de que el receptor no tiene conexión para el cable HDMI.

Telefoneé a Uno, y esta fue la conversación que tuve con la empleada, después de identificarme:

Yo        "Hoy compré un televisor LCD, pero no lo puedo usar porque el receptor de televisión que ustedes me han dado no tiene conexión para el cable HDMI".

Uno     "No hay ningún problema. Podemos cambiar el receptor que usted tiene ahora por un receptor que si tiene salida para el cable HDMI. Le va a costar únicamente una suma adicional de 70 shekels al mes, [equivalente a $200 anuales]".

Yo        "No estoy de acuerdo en pagar una suma adicional".

Uno     "En dos días una persona de nuestro departamento lo llamará para conversar con usted al respecto".

Yo        "No tengo inconveniente en que me telefoneen en dos días, pero quiero informarle que, tan pronto cuelgue, telefonearé a Dos para transferir mi suscripción a ellos".

Uno     (Alarmada). "Un momento por favor. ¡No cuelgue!" (Luego de unos minutos me habló nuevamente). "Ya está todo arreglado. Mañana irá un técnico a su casa para cambiar el receptor, y no le cobraremos un solo centavo adicional".

Colgué maravillado de cómo una pequeña amenaza puede dar resultados tan rápidamente.

Ahora que me he dado cuenta de que la extorsión es un método efectivo para conseguir lo que uno quiere, me propongo telefonear a mis proveedores de líneas telefónicas y teléfonos celulares, y amenazarlos con transferir mi suscripción a sus competencias si no me dan mejores precios y condiciones.

Moraleja: Nene que no llora no mama.