Shabat Shalom y un cuentito de regalo

Contó una vez el rabino Shelomó Carlebaj z"l:
Estaba una vez sentado en un avión, y observe un artículo muy interesante en el diario. Cierta persona contó:
Mi hijo de doce años regreso a casa del colegio y me dijo: -Papá, te quiero mucho.
Le contesté entonces: -¿Y ahora qué quieres pedirme?
Me dijo el niño: -Te diré la verdad, nuestro profesor pidió a toda nuestra clase, que cuando regresemos a nuestra casa le digamos a nuestros padres cuanto los queremos, y que mañana le contemos que nos contestaron...
Me enoje terriblemente. ¡Que atrevimiento!, un profesor que debería de enseñar geografía, historia y cosas por el estilo... ¿Quién es él para entrometerse así en nuestras vidas personales?
Le pregunte entonces a mi hijo: -¿Quién es aquel profesor?
Me contestó: -El profesor de gimnasia.
Pensé para mis adentros: ese es el atrevimiento más grande del mundo, ¡qué repugnante! El tiene que enseñar a los niños como entrenarse, ¿quién es él para meterse en nuestras vidas?
Le dije pues a mi hijo: -Mañana cuéntame lo qué dijeron los demás alumnos.
Pues bien, regreso mi hijo al día siguiente del colegio y me dijo: -Entre el 85 y 90 % de los padres de los alumnos, cuando estos les dijeron "te quiero mucho", sus padres le contestaron: "¿y ahora qué quieres pedirme?". Sus padres no les dijeron: "yo también te quiero mucho" o "yo te quiero más aún".
Llame entonces a aquel profesor de gimnasia y muy enojado le pregunte: -¿Por qué le pidió a los alumnos que hicieran eso? ¿Qué tiene que ver su pedido con la clase de gimnasia?
Me contestó entonces el profesor: -¿Sabe usted por qué tantos niños se enferman? Porque sus padres no les dicen: "te quiero mucho". Yo quiero enseñarles a los niños a mantenerse sanos, pero no puedo hacer nada para lograrlo, si sus padres paralelamente no les dicen cuánto los quieren...
Cortesía del Rab Lic. Richard Kaufmann