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Parashat Ha'Shavúa: 28 Shvat, 5766

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Shavúa Tov MeHa'Hillel sheKayam Lifne sheHayu Batei Hillel.

Una buena semana desde la primera casa de Hillel de los EE.UU.
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Debido al hecho que la semana pasada estudiamos Parashat Yitro, esta semana estudiaremos dos secciones semanales, la que se llama Mishpatim (Exodo: 21: 1-24:18) y la que se llama Trumá (Exodo 25:1-27:19).

A primera vista estas dos secciones semanales no tienen nada que ver una con la otra. La primear, Mishpatim, es una de las secciones semanales que forma la base de la jurisprudencia judía. De ella derivamos no solamente muchos de nuestros principios legales sino la teoría de nuestra ley y la base de mucha de la civilización occidental. En cambio, la segunda, Trumá, nos ofrece lo que parece ser un cianotipo, (anteproyecto, plan de construcción) imposible para la constucción de un edificio.  Al leer las exigencias para este edificio se pregunta si no fuesen más parecidas a un sueño que a una realidad realizable.  La construcción pedida en Trumá habría sido de un edificio no transportable.  Tampoco no se habría podido obtener los materiales precisados en el desierto. Entonces, ¿Cómo se relata la relación entre la estructura espiritual/legal que la primera parashá nos ofrece con la física que la segunda nos exige?

Quizás el tema unificante se encuentre en el hecho que las dos secciones tratan de un "espacio sagrado."  Mishpatim nos enseña que el respecto mutuo es la base del amor hacia D'os. Trumá nos enseña que por medio de la ley es nuestra tarea construir un mundo en el cual es apropriado para D'os estar "entre nosotros."  Las dos secciones nos enseñan que el espacio sagrado verdadero no es en la construcción ni de los edificios ni de las leyes sino en lo que se encuentra en el corazón, la mente y el alma del ser humano. Estas dos secciones nos enseñan, entonces, que el espacio sagrado existe solamente cuando reconocemos la dignidad de la vida de nuestro prójimo. El espacio sagrado se realiza cuando damos a cada persona el espacio necesario para crecer y cuando construímos la vida en tal manera que nuestro prójimo se beneficia de nuestra participación en la sociedad.

Estas dos secciones leídas juntas nos recuerdan que importa menos a D'os la belleza de las "casas de rezos" que la profunidad de nuestras acciones y convicciones. Lo que importa a D'os, según estas dos parashiyot, es la manera que nos tratamos uno al otro. Leídas juntas, exigen que nos preguntemos si la residencia divina veradera no es en la construcción física sino en las acciones que ejecutemos y en el tratamiento que damos a nuestros prójimos. ¿Qué opinan Uds?
 
Rabbi Peter Tarlow

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