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Un trasplante de amor

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Un trasplante de amor

Un encuentro que va más allá de un procedimiento medicinal. Una historia en donde la fuerza y el amor por la vida es lo principal sin lugar a dudas. Un reportaje vital.

Nota de Dana Labatonr

Nurit Pollak ya va por su segundo round contra el cáncer. Su pelea por la vida ha sido contada en revistas y televisión, celebrando las ganas de vivir de una joven peruana que eligió Israel como hogar, y que ha sido salvada gracias al trasplante de médula procedente de una israelí que vive en Inglaterra. El primer abrazo entre ambas salió al aire en Canal 10 israelí, con el aplauso y las lágrimas del público que junto a ellas, festejaba el ansiado encuentro. El apretón fue antecedido por cientos de cartas anónimas tituladas "Dear Donor", ya que el contacto entre donante y receptor está prohibido por un plazo de dos años internacionalmente, y sólo uno en Israel. ¿La razón? Evitar un vínculo emocional durante el periodo de prueba en que el cuerpo del receptor puede rechazar el órgano donado. La correspondencia de gratitud y ánimo respectivamente fue filtrada por la institución mundial con base en Amsterdam, que coordina el Banco de Datos que atesora más de 10 millones de donantes potenciales. El tipo de médula que Nurit necesitaba era difícil de encontrar -una en 6 millones y medio- pero gracias a la anticipación del Hospital Hadassa Ein Kerem durante el festejo de su primera victoria contra la leucemia, la médula de Mira Mac Michael fue hallada a tiempo para efectuar el exitoso trasplante en enero de 2001.

Por el primer sueldo
El encuentro con Nurit fue en una calle céntrica de Tel Aviv. La idea era conducir hasta el moshav en Abu Gosh adonde ella está viviendo temporalmente, gracias a la solidaridad de una peruana que la conoció en el hospital y la invitó a ahorrarse la estadía de hotel cada vez que debe regresar a Israel para continuar con su tratamiento (aproximadamente dos veces al año). La entrevista supuestamente comenzaría una vez arribadas a destino, pero no es difícil imaginar que apenas nos presentamos y luego de abrocharnos el cinturón de seguridad, la entrevista arrancó sin pausa y pasando todos los límites de velocidad. Fue una charla de mujeres, sobre el amor, la profesión y demás temas esenciales a cualquiera que haya pasado la edad de bat-mitzvá. Antes de salir de Tel Aviv, ya habíamos recorrido con nuestra conversación muchos años de su intensa vida.
Nurit Pollak nació un 28 de abril de 1978 en Perú, con pasaporte israelí y ascendencia húngara-rumana. Terminó el secundario antes de lo previsto y con 16 años cursó un ciclo en la Universidad de Lima antes de enlistarse a la aventura de la aliá en enero del 96'. El sionismo era para Nurit más que una herencia familiar. Israel significaba el lugar donde sus padres se habían conocido en una cita a ciegas exactamente un año antes de su nacimiento; el país al cual su familia siempre quiso regresar, y más importante, el lugar donde podía disfrutar la libertad de caminar en las calles sin los guardaespaldas y autos blindados que le eran cotidianos en su Perú natal por la inseguridad y el terrorismo reinante.
El primer año de la universidad israelí lo pasó en Haifa, cerca de sus abuelos que aún viven en Israel, pero pronto viajó a Jerusalem para estudiar hotelería y descubrir el sabor de la independencia. Esa "soledad elegida" le regaló el descubrimiento de facetas desconocidas de su personalidad, como la cocina y la autosuficiencia económica. Sus experiencias como mesera y "madrijá" en la Sojnut, le concedieron su ansiado primer sueldo, “mi mérito?, como lo afirma Nurit preservando el acento de triunfo y esfuerzo con el que hace diez años recibía su primer salario emocionada. Sus primeros tres años en Israel fueron un tiempo de destape, de bolsas de dormir en la playa, de viajar "a dedo" a pesar del dinero que le daba la abuela para el bus, y de disfrutar el "hacer lo que quiero", sin miedo y en contra de la sobreprotección que la oprimía en Perú. Esa feliz revolución por la libertad tuvo su punto culminante en 1998 con el nombramiento de Nurit como "Mejor Trabajadora de Isrotel" (cadena hotelera israelí) y consecuente ganadora de un viaje a Europa.

El título de mejor amiga
Pero el viaje no se concretó. Una dilatada inspección de dos bultos en sus axilas, culminó en la sala de emergencias con un diagnostico nunca imaginado. La ingenuidad de sus 20 años le impidieron tomar conciencia de su condición, y aunque en el hospital Ijilov le anticiparon que debía informar a sus padres para que vengan lo antes posible; ella confundió sus 40 grados de fiebre, vómitos y desmayos con un ataque de epilepsia. Pronto la trasladaron a una sala diferente, donde las personas sólo circulaban con barbijos, y sus decenas de amigos y respectivos globos no pudieron ingresar.
La leucemia trajo consigo una “mamitis? aguda, ante la cual su madre respondió con la solidez y fortaleza que le ganó el título de mejor amiga. La quimioterapia fue sucedida por una tenaz caída de pelo, la dependencia de pañales y la designación de sólo dos personas con VISA para visitarla durante un año, ya que cada individuo posee distintos gérmenes a los que su cuerpo –que sólo tenía 50 kilos con más de un metro setenta de altura- no podía proteger. Sin peluca ni gorro para cubrir las huellas de la quimio, con una máscara de oxígeno y postrada en una silla de ruedas, Nurit logró finalmente salir de su habitación para reencontrarse con uno de sus amores, ventana mediante: El mar. Y ese pequeño triunfo, le recordó todo por lo cual debía vivir. La paz duró diez meses, donde la comida sana y una vida tranquila fortalecieron su alma inquieta mientras trabajaba como voluntaria para asistir periódicamente a los enfermos en el Hospital Hadassa. Pero una baja en la cuenta de sangre la llevó sin escalas al Centro de Trasplantes del hospital en cuestión, donde el profesor Omer tuvo que confrontarla con la triste noticia. “Confiaba tanto en mi misma y en mi fuerza interior…no le quería hacer daño a mi familia ni que vuelvan a presenciar la misma degradación de la quimioterapia en el ser humano", recuerda Nurit dolida. A diferencia de la primera vez, ahora ella sabía lo que la esperaba tanto física como psicológicamente, y por eso le pidió perdón a su mamá cuando finalmente le confesó el regreso de la enfermedad. Pero gracias a que el Departamento de Trasplante en el Hadassa previno esta segunda vuelta, a fines del 2000 ya se había hallado la donante de médula y tan sólo luego de unos meses fue efectuado el trasplante. En muchos casos, la espera del órgano compatible puede llevar varios años, siendo demasiado tarde para un paciente que tiene los días contados. Felizmente para Nurit, todo sucedió rápidamente, por lo cual cuatro meses después del trasplante, Nurit paseaba en Disney junto a su familia. Luego se vistió de mochilera para recorrer Cuba, Guatemala y México con sólo una hamaca a cuestas y la decisión de recobrar el tiempo perdido. Siguiendo fielmente los curiosos pasos de Nurit por el mundo, viajaban las cartas y postales anónimas de su donante, manteniendo una correspondencia a prueba de fuego. Fue en Italia adonde Mira finalmente la contactó, esta vez con nombre y apellido, cuando Nurit ya estaba instalada allí estudiando diseño de modas en Milán. Durante el verano europeo del 2002, una inesperada llamada telefónica hizo realidad uno de sus sueños: decir gracias personalmente a quien le había salvado la vida. Hasta entonces todo lo que Nurit sabía de su "Dear Donor" era que tenía aproximadamente 50 años de edad y que era inglesa. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que Mira Mac Michael era israelí, que sus padres aun vivían en Holón y que debido a que su hermano trabajaba en el Canal 10, quería conocerla en vivo durante un programa de televisión israelí. Nurit ya tenía el pasaje pago desde Italia y la ansiedad que no le entraba en el cuerpo.

Familia desde hace 200 años
El aterrizaje se vio procedido por cámaras de televisión, aplausos y finalmente un abrazo eterno entre donante e implantada. Mira explicó la razón para conocer a Nurit en la televisión: Hace 20 años ella había decidido donar su médula luego de ver un programa en la televisión inglesa al respecto. Rápidamente se inició un dialogo ameno donde los descubrimientos de semejanzas -tanto físicas como familiares- entre una y otra eran sorprendentes: una foto de Mira a los 20 años la muestra igual a Nurit, y la tradición familiar asegura que hace 200 años había en la familia de Mira un Pollak. Y para colmos de rating, la mamá de la donante descubrió al hablar en húngaro con la abuela de Nurit que ambas habían vivido en el mismo pueblo en la Europa del siglo pasado. El programa logró que 24,000 personas llamaran para donar dinero o figurar en la Base de Datos de donantes potenciales, comprendiendo cuán simple es el trasplante de médula. “Hoy en día sabemos que hubo gente que se salvó gracias a ese programa? remarca Nurit feliz. Al cierre de la emisión televisiva, Nur-nur (como la llama Mira) fue invitada a Inglaterra para conocer a los hijos y el marido de su "madre adoptiva", viaje en el cual recibió una copia de la llave del hogar de los Mac Michael para sentirse como en casa. Asimismo Mira y su familia la han visitado tanto en Perú como en Italia, lugar donde continúa sus estudios de Organización de Eventos y Relaciones Públicas. Y en cualquier oportunidad en cualquier país donde se encuentra, Mira insiste radiante que con esta donación, ella fue la que más ganó: obtuvo la hija mujer que siempre soñó.

Fuente: Hospital Hadassah

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