Parashat Ha'Shavúa: 11 Jeshván , 5766
Shavúa Tov MeHa'Hillel sheKayam Lifne sheHayu Batei Hillel.
Una Buena Semana desde la primera casa de Hillel de los EE.UU.
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Estudiamos esta semana una de las secciones más interesantes del Libro de Génesis, Parashat-VaYerá (Gen: 19:1-22:24). Esta es la sección semanal que contiene la historia del nacimiento de Isaac, nos enseña la destrucción de Sodom y Gomorrá y nos relata la historia más famosa de la Torá, la de la <
Con tantas historias en una sola parashá sería posible escribir varios libros sobre ella. De veras parece casi imposible encontrar en ella algunas temas unificantes. Se puede encontrar una posabilidad en las secuelas de la destrucción de las ciudades de Sodom y Gomorrá. Rodeada de la destrucción y con órdenes estrictas de no mirar hacia atrás leemos este versísculo famoso: "Vatabat ishto meajarav vathi natziv melaj/No obstante, su mujer (la de Lot) miró hacia atrás de él (Lot) y se transformó en una columna de sal." (Gen: 19:26). ¿Se refiere la preposición "meajarav/hacia atrás; después de él" al tiempo, a un lugar específico o a los dos? El texto es ambiguo, pero lo que es claro es que en unos versículos más adelante nos enteramos de otra familia, la de Abraham. Esta no miraba hacia atrás sino hacia lo adelante, no vivía en el pasado sino planificaba para el futuro.
Esta distincción determina mucho de lo que todos hacemos y cómo nos comportamos en la vida. La mujer de Lot tal vez tuviera miedo de abrazar el cambio. Trataba de mantener el pasado y por eso dejó de crecer, de ir adelante. Transformó su vida en una amargura salada. (Melaj (sal) es un símbolo hebreo para la amagura estancada) La familia de Lot tenía miedo de experimentar, vivía en y con el pasado y nunca logró salir de él. La de Abraham era exactamente la contraria. Porque tenía confianza no solamente en D'os sino en sí misma, no tenía miedo de enfrentar el cambio, de darse cuenta que el pasado es lo que ha acabado y que debía abrir paso para recibir el porvenir.
La persona de fe que acepta los desafíos nuevos y se da cuenta de que la vida nunca es ningún punto estádico en el tiempo. Para la persona de fe la vida es una corriente dínamica que fluye hacia un futuro abrazante.
El deafío de VaYerá entonces es decidir si somos como los que viven con el temor de los cambios y por fin se transforman en una columna de sal, o si somos como los que "mueven sus tiendas/carpas con las corrientes de la historia y la abrazan como la nuestra. Esta decisón está es sus manos y determine su trayectoria en la vida.
Rabbi Peter Tarlow