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Dos seres maravillosos - Zenaida Bacardi de Argamasilla

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Dos seres maravillosos


El hombre y la mujer son dos seres maravillosos creados por Dios.

Nunca serán iguales, ni llegarán a comprenderse plenamente.

Pero ninguno puede vivir por su cuenta: se necesitan, se complementan, se equilibran.

Son mitades hasta que se unen.

Son velas al aire que entroncan en el mismo barco y sellan el amor para toda la vida.

Se realizan uno a otro y a la vez enriquecen sus personalidades.

Juntos hacen camino, juntos trasmiten la vida, juntos abren las alas y calientan el corazón.

Juntos arman la sociedad ¡y salvan el mundo!

Son dos seres maravillosos, iguales y distintos.

Él se da en seco, tú en ternura.

Él envuelve la vida en realidades, tú en sueños.

Él se enfrasca en los negocios de dinero, tú, en las reacciones del alma.

Él lo resuelve todo con lo práctico, tú lo envuelves todo con el sentimiento.

Él ve el box, tú las telenovelas.

Él enfrenta la vida, tú la floreas y la perfumas.

Él se entretiene con el golf, tú te entretienes en las tiendas.

Él va directo a lo que quiere decir, tú bordeas el camino y reparas en detalles.

Él es recio, tú eres suave. Él es vino, tú la copa.

Él vela por su tierra, tú siembras por tu jardín.

Él es un navegante, tú eres el ancla y el puerto.

Él conoce las actividades y el rendimiento de los hijos, tú conoces cómo les funciona el corazón y cómo se les llena el alma.

Él es valeroso y da el frente, tú eres firme y trabajas por detrás.

Él piensa en el triunfo, tú piensas en la cosecha.

Él reluce como el sol, tú penetras como el rocío.

Él es el tallo que sostiene, tú eres la rosa que perfumas.

Él tiene un solo color… tú tienes todos los matices del aro iris.

Él necesita su paloma. Tú necesitas tu gavilán.

El hombre y la mujer son dos seres maravillosos creados por Dios, pero necesitan encajarse, ajustarse, acomodarse, y entenderse.

Él lee los deportes, tú, las modas.

Le interesan la política y la Bolsa, a tí, las recetas de cocina y los consejos de belleza.

Él busca tu dulzura, tú buscas su fuerza.

Él busca tu sombra, tú buscas su tronco.

Él da fecundación, tú das fruto.

Él sostiene el timón, tú, el remo.

Él dice por dónde quiere caminar, tú le das la mano.

Él hace su reino en la oficina; tú lo haces en el hogar.

Él busca tu femineidad de mujer, tú buscas su vigor de hombre.

Él es fuerte, tú eres resistente.

Él ordena, tú moldeas.

Él es pasión, tú eres ternura.

Él es fuego que arde, tú eres lamparita que iluminas.

Él es creyente, tú eres rezadora.

Él es analítico, tú eres filósofa.

Él piensa, tú sientes.

Él es la cabeza, tú, el corazón.

Él es el jinete, tú eres la rienda.

Él es el modelo, tú eres la escultora.

Él es la cúpula, tú eres el altar.

Él hace la historia, pero tú…lo haces a él.

El hombre y la mujer son dos seres maravillosos creados por Dios.

Cada uno tiene su identidad, sus diferencias, sus características.

Cada uno, su sello, su esencia, su peculiaridad…

pero se necesitan, se complementan, se reafirman.

Y han recibido el mismo mandato:

CREAR UN NIDO, FORMAR UNOS HIJOS !!!y VIVIR UN AMOR!!!


Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Con las Alas Abiertas


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