Recreando - recordando
El hombre que posee plenitud, piensa en la esencia y no en las formas.
Busca el fruto y no la flor. Elige la sustancia y no las apariencias.
Lao-Tse
Recreando gratos recuerdos, decidí llegar hasta el bar donde alguna vez disfrutamos un almuerzo con deliciosos manjares, regados con un excelente Merlot y acompañado de una música romántica, casi celestial, en un ambiente acogedor y grato, no hace mucho tiempo atrás.
Recuerdo asimismo como te miraba fijamente tus almendrados y chispeantes ojos negros, ocasionando una explosión de rubor en tus mejillas, para luego contagiar las mías, tu sonrisa cristalina mantenida. Tu mano en la mía, cargándose de calor, para luego ambos bajar la vista pudorosamente.
Tu pelo impecablemente ordenado. Tu charla alegre, entretenida, me hacía volar tomado de tu mano, conociendo lugares dibujados con tus palabras, o situaciones graciosas, o playas exóticas y lejanas.
Tu agradecimiento a mis atenciones (arrimarte la silla al sentarte; dejarte elegir a vos el vino y la comida; llenarte la copa...) lo hacías con una leve sonrisa, acompañada de una profunda y a la vez corta mirada. Yo se que pensabas y vos también sabías lo que en mi cabeza estaba dando vueltas. Saltamos al aromático y muy caliente café derecho, sin escalas de postres. Te daba el sobre del edulcorante y con suma atención continuaba nuestro viaje imaginario, mientras degustamos la infusión.
Yo pensé que la magia del lugar se prestaba para estar ahí horas y horas. Que el encantamiento estaba ahí, y volví. El bar estaba oscuro y húmedo. La comida no fue de mi agrado y al vino le faltaba cuerpo.
Que casualidad, la música parecía la misma, y no me llegó tanto.
Ahí me di cuenta que no era el bar, ni la comida, ni la música. Eras vos. Fue tu compañía, tu presencia, tu encanto, tu perfume, que iluminaba todo, que hizo de ese día, un día especial, hermoso y un grato recuerdo imborrable.
Aún llevo en mi recuerdo el fuerte abrazo y los besos que me diste, cuando nos despedimos.
Gus