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Parashat Ha'Shavúa: 16 Av, 5765

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Shavúa Tov MeHa'Hillel sheKayam Lifne sheHayu Batei Hillel.


Una Buena Semana desde la primera casa de Hillel de los EE.UU.
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Debido del ayuno de Tishá b'Av la semana pasada no estudiamos la parashá que se llama "Vaetjanán". Para ponernos al día esta semana estudiaremos algo de Vaetjanán (Deut. 3:22-7:11) y también la parashá para la semana que empieza el 21 del mes, Parashat Equev (Deut. 7:12-11:25).


La primera, Vaetjanán, es una de las secciones semanales más impactantes de toda la Biblia hebrea. En ella, se encuentra no solamente la segunda rendición de los Diez Mandamentos, sino también vemos uno de los conceptos centrales del judaísmo, el acto de "oír." En oposición a la primera, la segunda nos enseña un estilo muy distinto. Es una parte de un gran discurso dado por Moisés en el cual él nos recuerda de todas las bondades que D'os nos ha hecho. Es un recordatorio de las bendiciones de las cuales hemos disfrutado y una petición que seamos agradecidoso y apreciados por ellas.


Quizás lo que unifica estas secciones semanales diferentes es la idea de oír y de comprender como una sola acción. La raíz hebrea del verbo shama, "sh.m.'" significa más que oír. Quiere decir el "oír para ejecutar, para llevar a cabo, permitir que el sonido de las palabras toque nuestra "alma de entendimiento."


El judaismo no es una religión basada en creencias oficiales. Por ejemplo, no tenemos ningún catecismo. Para el judaísmo lo que cuente son nuestras acciones en vez de nuestras palabras. Para el judaismo, tener un sentido de "oír" (shama) es conocer la necesidad ajena y a la vez hacer algo para satisfacer/resolver esta necesidad. Tal vez, lo mismo sea verdad cuando hablamos de las bendiciones. Una bendición no es simplemente algo que nos ocurre, sino la habilidad de reconocerla, dándose cuenta de que la bendición le ha tocado. Así, una bendición no precibida no sea ninguna bendición


En el judaismo el acto de "oír" es más que un acto físico, sino a la vez es algo espiritual. El oír significa fijarse en los hechos como son y no como queremos que sean, darse cuenta de los heridos ajenos, tener la sabiduria de saber oír en silencio nuestra alma y oír la voz silenciosa de D'os.


En el capítulo 4 de Deuteronomio se lee: "rak am-jajam v'navon ha'goy ha'gadol ha'zeh/no cabe duda que esta gran nación (Israel) se compone de un pueblo sabio y capaz de comprender." La frase es ambos una declarción y a la vez un desafío. ¿Realizamos las expectativas de este desafío divino por apreciar con sabiduria las bendiciones de nuestra vida y por oír la voz silenciosa de nuestro prójimo, de nosotros mismos y de D'os?

Rabbi Peter Tarlow

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