UN REGALO ETERNO
Muchas veces buscamos lo eterno en las cosas materiales y no nos damos cuenta que está en nuestro interior.
Hace mucho tiempo existió un pequeño reino gobernado por un anciano admirado y respetado por su sabiduría, así como por su generosidad. Pero mayor era la admiración que despertaba su única hija, la joven princesa, pues, a su gran hermosura, unía una profunda inteligencia.
El anciano rey, viendo que la princesa no parecía mostrar interés por ninguno de los numerosos pretendientes que tenía, temía, dada su avanzada edad, no alcanzar a ver realizado su más ferviente deseo: ver al esposo de su hija, al futuro rey.
Por eso, un día, decidió confiar a su hija sus temores. La princesa respondió: “Bien, padre. Acepto casarme y así satisfacer tu mayor deseo. Pero con una condición. Me casaré con aquél que, príncipe o plebeyo, rico o pobre sea capaz de hacerme un regalo muy especial. Un regalo que sea eterno?.
El anciano monarca, que sintió renacer en él la esperanza, rápidamente mandó llenar las calles y plazas de su reino y de los reinos vecinos con carteles anunciando que todo aquél que lo desease, podía aspirar a la mano de la princesa y al trono, si su regalo era eterno. Miles de pretendientes llegaron ante la princesa ofreciéndole los presentes más diversos y más valioso. Pero, todos, uno a uno, fueron rechazados.
Hacía ya largo tiempo que nadie se presentaba con presente alguno y ya nadie confiaba en ver desposada a la princesa, cuando se presentó un hombre, de humilde condición y sencilla apariencia, pidiendo ser conducido ante la princesa para hacerle entrega de su presente.
Ya ante la princesa, para el asombro e incluso recelo de todos, pidió quedar a solas con ella. Una vez solos sacó de debajo de su abrigo un libro primorosamente encuadernado. Con su voz, profunda y cálida recitaba las más hermosa poesías que jamás escuchara la princesa. Pero, cuando aquel hombre, terminó la lectura, ante el asombro y perplejidad de la princesa arrojó el libro a las llamas de la chimenea. La princesa exclamó: “¿Por qué lo quemas si son las más bellas poesías que jamás escuché??. “Princesa, lo he quemado, porque no quiero que jamás nadie pueda cambiar ni alterar ni una sola de las palabras que sirvieron para expresar lo que usted me inspira, ni los sentimientos que ellas reflejan y que, son los mismos que usted ahora ha sentido. Por eso, princesa, si usted fuera eterna, mis sentimientos y su emocionado llanto, me harían eterno a mí en su corazón, sólo que debo recordarle que lo único eterno en nuestros corazones es Dios, nuestro Señor". La princesa llamó a su padre y a toda la corte. Y ante ellos, tomando de la mano al joven anunció: "Este hombre de humilde condición y sencilla apariencia, pero de corazón tan bueno y lleno de Dios, será mi marido, el padre de mis hijos... y vuestro rey. Porque para que sea un buen rey, debe ser primero un buen hombre con la mirada en Dios y un buen padre para mis hijos, tal como mi padre lo fue para mí".
Desconozco el autor
Susana A. Siguelboim R.
ICQ N° 86953461
Jerusalem Israel
"el pasado es polvo, el futuro es viento,
si amas perdona, si no amas olvida...
pues el amor nunca muere,
solo cambia de lugar..."
NO AL TERRORISMO