Adolescencia: El sabor agridulce de la felicidad II
Si cierras los ojos, quizás puedas ver el mar; si miras hacia atrás, quizás puedas recordar. Si gritas, luchas y alzas tu mano, quizás puedas volar y alcanzar la libertad.
Un lugar libre no es aquel en el que cada uno puede decir lo que quiere, sinó aquel dónde nadie está obligado a escuchar lo que otro quiere decir.
Al año siguiente al nacimiento de Aline, hubo muchos cambios en la familia, económicamente ya no nos iba tan mal, yo entre a la preparatoria a estudiar, mis hermanos ya habian terminado una carrera sencilla. Mariana habia tomado la decisión de trabajar en
Ahora era solo estabamos Aline y yo con mis papás, si antes me sentia sola, ahora me sentia mas aún, pero mi actitud siempre fue positiva, pasaba todo el tiempo con Aline y después me encerraba en mi cuarto a leer, o a escribir mi diario, me encantaba estar sola en mi cuarto haciendo mil cosas sin escuchar los gritos de mi madre o los pleitos que tenia ella con mi padre.
Pero en el día era diferente, yo iba a la escuela y de regreso ayudaba a mi mamá, pero para ella nunca hacia nada bien, nada quedaba tan perfecto como lo hacia ella, y todo tenia que seguir una rutina exacta, si antes de barrer tenia que lavar el baño, no podia cambiar esa regla, era pecado, a mi eso me parecia insoportable; cuando llegaba Papá ya sabia que antes de entrar a la casa tenia que escuchar toda la lista de quejas que mi madre tenia de mi, era lo unico que podia decirle, solo quejas, quejas y mas quejas, pero si le ayude con Aline, si estuve con ella mientras estuvo enferma o si sacrifique una tarea por acompañarla, eso nunca conto, nunca escuche que le dijera eso a mi Padre.
Seguia tratandome como una niña, mientras todas las niñas de mi edad (15 Años) salian y se divertian, yo tenia que estar en casa, por que a mi madre eso no le parecia, tenia que crecer mas, yo me sentia asfixiada y lo unico que esperaba era crecer y poder trabajar mucho para tener una casa para mi solita y no depender nunca mas de ella.
Como en las tardes no podia salir con amigas, en la escuela aprovechaba y me volaba las clases y entonces si que me divertia, nos ibamos a algun parque, conociamos chicos, alguna vez nos embriagamos, mis mejores momentos de mi adolescencia han sido los que pase en la escuela. Yo siempre soñaba con tener un novio que me amara, como en los cuentos de hadas, pero nunca llego, solo tuve de esos amores platonicos, que nunca llegaron a nada, paro para Doña Elena (mi madre) yo ya habia tenido muchos novios, era una puta, bla, bla, bla, muchas veces preferia no escuchar todo lo que decia de mi. Mientras tanto yo seguia soñando con el amor ideal….
Y mi padre, siempre fue como el mediador entre mi madre y yo, me explicaba que tenia que comprenderla, que me amaba, pero por la vida que habia llevado no sabia como demostrarmelo, - Pero papi, - le contestaba- tu has llevado una vida aun mas difícil y puedes demostrarme mas tu amor y tu comprensión. Y el seguia explicandome, si, pero tu madre, no a querido superarse y bla, bla, bla. Las unicas veces en las que me arrepentia de pelear con mi madre era cuando tenia que ver como mi padre soportaba y escuchaba todas las cosas horribles que mi Madre le decia de mi, y me daba miedo que mi padre las creyera.
Me decia que tenia que esforzarme por llevarme bien con ella, no pelear y aceptar lo que ella me decia, pero eso para mi significaba matar mis sueños, mis ideales, aceptar algo con lo que yo no estaba de acuerdo, coartar mi libertad de expresion, de pensamiento y sobre todo de sentimientos, para mi era muy dificil hacer eso, yo siempre queria expresar lo que pensaba, les pareciera o no, y eso era lo que mi madre no queria, ella queria que dijera si a todo lo que ella pensaba y existia un abismo entre el pensamiento de ella y el mio.